Fidel con los integrantes del crucero por la paz
El encuentro fue bien temprano en la mañana para no afectar la apretada agenda en Cuba de los integrantes del Crucero por la Paz, acabado de llegar al amanecer de este 21 de septiembre. Por coincidencia, el mundo estaba celebrando el Día Internacional de la Paz. Fidel llegó puntual como siempre y saludó a la directiva del crucero, a Junko Watanabe, una sobreviviente de la tragedia nuclear de Hiroshima, y a Kenia Serrano, la presidenta del ICAP. Después entró a la Sala Plenaria del Palacio de Convenciones donde lo esperaban más de 600 japoneses de diversas edades que forman parte de la expedición pacifista.
“Quiero darle las gracias por el honor que significa este encuentro” -fueron las primeras palabras del líder de la Revolución cubana. “Me alegro de interactuar con ustedes por la importancia del momento que estamos viviendo y además por un sentimiento de gratitud, pues conozco la solidaridad de ustedes, las dificultades que han enfrentado, la lucha contra el bloqueo, los puertos donde pueden ir y donde no.”
Recordó las 14 veces que el crucero ha venido a Cuba y evocó la consigna que acompaña esta aventura marítima, por su especialísimo valor: “Aprender de las guerras pasadas para construir un futuro de paz”
“Es una frase que tendrá significado siempre, pero en este momento lo tiene más que nunca. Nunca en la historia de la humanidad hubo un momento tan peligroso como este”.
Repasó los acontecimientos de hace 65 años en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. En ese entonces “estaba por Santiago de Cuba cuando llegó la noticia. Nadie tenía idea de la existencia de un arma como esa [...]. A pesar del tiempo transcurrido, sigue conmoviendo a la opinión pública internacional. No creo que haya ocurrido algo más expresivo de lo que es la guerra”.
Un empeño de casi tres décadas
Durante 27 años, el “Peace Boat” ha surcado los océanos llevando su mensaje de paz y esperanza. Su director en esta ocasión Nao Inoue le explicó a Fidel que ya son 70 las ediciones del crucero, en las que han participado más de 40 mil japoneses y le expresó el profundo agradecimiento porque el Comandante en Jefe los recibiera en esta ocasión.
Dijo que en estos 20 años de visita a nuestra Patria, el país que más veces los ha recibido, han puesto “todo el esfuerzo por ser puente entre el pueblo cubano y el japonés. Y también hemos estado siempre contra el bloqueo injusto de Estados Unidos”
Inoue anunció el propósito de hacer un crucero de los países del ALBA y Japón, en el que los jóvenes de esas naciones intercambien ideas, experiencias, hagan conferencias, para lo cual solicitó el apoyo del Comandante en Jefe. Señaló que en esta ocasión viajan con ellos jóvenes latinoamericanos, entre ellos un médico internacionalista y un bailarín cubano.
“Tenemos la misión de transmitir el mensaje de la necesidad de un mundo sin armas nucleares. En ese propósito nos gustaría colaborar con ustedes. [...] “No queremos más guerras.No podemos aceptar jamás el uso de armas nucleares. No queremos repetir ese tipo de tragedia. Queremos una sociedad sin pobreza. Consideramos que es necesario que todos los países tengan constituciones pacifistas”, concluyó enfáticamente su mensaje el Director del Crucero.
El profundo dolor que deja la tragedia
Junko Watanabe habla en el encuentro auspiciado por Fidel Castro con integrantes del Crucero por la paz. Foto: Alex Castro
Junko Watanabe era una niña cuando la bomba lanzada desde el Enola Gay explotó sobre el cielo de Hiroshima, la ciudad donde nació. En los días finales de la guerra vivía evacuada con sus padres y hermanos a unos 18 kilómetros de la urbe. El 6 de agosto de 1945 jugaba junto a su hermano mayor en el patio de la casa. Su madre cuidaba en la casa al hermano menor. El padre venía de regreso de la ciudad cuando ocurrió la terrible explosión y pudo refugiarse en una edificación.
“Mi mamá vió el incendio- recuerda-, los papeles quemándose que caían frente a la casa. Mi mamá se impresionó y nos abrazó. Recibimos la lluvia negra y pegajosa que sucedió a la explosión. Antes de la bomba hacía buen tiempo en la mañana. La lluvia negra dañó nuestros cuerpos. Mis padres pensaban que sus hijos iban a morir”
Entre sollozos desgrana Watanabe sus recuerdos, que ha ido reconstruyendo después (su poca edad entonces no le permitió percatarse de los acontecimientos en toda su magnitud), viendo las horrorosas imágenes de los documentales mostrando los edificios quemándose, la ciudad de Hiroshima totalmente negra, la piel de la gente derritiéndose, las personas caminando sin conciencia, sus ojos perdidos.
También rememoró los relatos de su padre, hoy con 98 años. Él siempre le ocultó que ella era una de las sobrevivientes de Hiroshima, pues las mujeres sobrevivientes eran discriminadas y los hombres rehusaban casarse con ellas. Pasaron muchos años para que decidiera hablarle de aquellos hechos.
Desde los 25 años vive en Brasil, donde también hay otros131 sobrevivientes de la masacre nuclear. Desde hace varios años crearon una asociación con el propósito de transmitir sus testimonios para que la humanidad no olvide. Por eso colaboran con los Cruceros por la Paz, contando sus vivencias de entonces por todo el mundo.
En ese empeño pacifista se encontraron a las víctimas vietnamitas del agente naranja. “Conocerlos a ellos y saber que eso era obra de los humanos me dio tristeza”, confesó.
Recordó entonces a su hermano, quien después de la lluvia negra padeció siempre de problemas en los huesos y falleció a los 67 años de edad víctima de cáncer de hígado. Y también a aquella pequeña de 12 años que murió por leucemia como resultado de la radiación, cuyo hermano conoció este año en Nueva York durante la reunión sobre el desarme nuclear de la ONU en mayo. Aquella niña hacía grullas de papel todos los días soñando que ellas la curarían. Siempre decía “quiero vivir más, quiero vivir más, quiero vivir más”. Por eso los japoneses ven en la grulla de papel un símbolo de paz y de esperanza, el cual obsequiaron a Fidel.
“Siento gran responsabilidad de transmitir qué es la bomba atómica, los problemas físicos y mentales que viven los sobrevivientes; eso tenemos que transmitirlo a las nuevas generaciones. Tenemos que educar a la gente”.
Adiós a las armas
Fidel escuchó conmovido la dolorosa historia. “La transmitiremos por nuestra televisión. La haremos conocer internacionalmente”, dijo.
Le preguntó entonces sobre el polvo y la lluvia tras la explosión, el lugar donde estaba su padre y otros detalles que quería conocer. “Aquello fue un acto cruel, un experimento terrible…No tenían necesidad de usar esas bombas”.
Les contó entonces a sus visitantes sobre la interesante y útil conferencia que recientemente impartió en La Habana el Dr. Alan Robock, Profesor Titular de la Universidad Rutges en New Jersey, acerca del invierno nuclear que puede provocar un enfrentamiento entre dos potencias con esas mortíferas armas, de las cuales hay unas 25 mil en el mundo con una potencia 450 mil veces superior en su conjunto que las arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki, y les prometió enviárselas por la utilidad que tiene para la labor que ellos realizan.
“Los acuerdos firmados entre las potencias no se traduce en una real reducción de las armas”-señaló. “Si se liquidan las armas nucleares y no se liquidan las armas convencionales es casi igual, por el poder destructivo de las armas actuales”
Recordó además, evocando a las víctimas del agente naranja, que Estados Unidos asesinó a más de 4 millones de vietnamitas en aquella guerra, le dio armas químicas a Iraq para atacar a Irán y usó armas bacteriológicas contra Cuba. También denunció el fósforo vivo que Israel utilizó contra el pueblo palestino.
Crear conciencia
Convencido de lo decisivo del momento, Fidel convocó a su auditorio a la gran batalla que tenemos por delante: crear conciencia y luchar por la supervivencia.
Dos peligros pueden llevar a la desaparición de la especie humana, remarcó: la destrucción del medio ambiente y el cambio climático, y las guerras y las armas nucleares.
Habló de la irracionalidad de un sistema que ha despilfarrado en siglo y medio el petróleo que tardó más de 400 millones de años en crearse, de la muerte todos los años de 8 a 10 millones de niños por hambre y falta de asistencia médica, de la necesidad de regular el crecimiento ilimitado de la población mundial y de un imperio que dedica casi el 80% de sus ingenieros a la industria militar o tiene 12 mil lobistas en el Congreso para garantizar los intereses de las transnacionales, a un costo de 3 mil millones de dólares al año.
“La inteligencia -opinó- ha servido hasta ahora para la tragedia de la naturaleza”.
Expresó su convencimiento de que una guerra de Estados Unidos e Israel contra Irán se convertirá de inmediato en una contienda nuclear. “Si atacan a Irán para destruirle sus reactores, la guerra se vuelve nuclear irremisiblemente. Podrán dar una orden de ataque, pero será la última; después de eso viene una guerra nuclear.”
Enfatizó que frente al silencio de los medios sobre muchos de estos peligros, lo más importante es crear conciencia.”¿Se puede crear o no una conciencia?, preguntó. “Si las masas no saben leer ni escribir no puede siquiera intentarse. Si es una sociedad con el nivel cultura de la japonesa, pueden aprovecharse los propios medios para crear esa conciencia con las palabras, con las imágenes, con la música y otras manifestaciones.”
“Ese es el caso de Cuba. La Revolución no se ha defendido con la fuerza, se ha defendido con las ideas, con los conocimientos, Si renunciamos a la idea de que la conciencia puede crearse qué sería del trabajo de ustedes… La conciencia hizo posible la Revolución, hizo posible nuestra obra, más allá de las críticas que nos hagan, de los errores que hayamos cometido y de los que no tenemos miedo hablar.”
El encuentro pactado para hora y media de duración se extendió por una hora más de lo previsto. Al final, los visitantes hicieron obsequios a Fidel y prometieron luchar por la causa de Los Cinco. El Jefe de la Revolución les prometió volver a reunirse en una próxima ocasión. La paz respiró hondo y llena de esperanzas en aquella sala, mientras en el mundo baten los tambores de la guerra.
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