Por Noel Manzanares Blanco / Televisión Camagüey
A propósito del Encuentro “Cubanos residentes en el exterior contra el bloqueo, en defensa de la soberanía nacional”, que sesionó la pasada semana en La Habana, comparto estas consideraciones.
En aras de dañar la imagen de la Revolución Cubana, hace más de medio siglo que diversas Administraciones Norteamericanas se han encargado de satanizar la obra iniciada con la clarinada del Gran Enero de 1959 y, por ende, el tema de los emigrados cubanos allende los mares tenía que ser ubicado desde la perspectiva del “Norte revuelto y brutal”.
Sin embargo, la vida se ha encargado de demostrar que la comunidad cubana residente en el exterior no se reduce a la que radica del otro lado del estrecho de la Florida y en España —amén que ni siquiera la que reside en Estados Unidos (EE. UU.) y en la antigua metrópoli son homogéneas. Si hubiera alguna duda de ello, bastaría con examinar cómo se desarrolló el referido Encuentro.
Con la comprensión de que desde el nacimiento de la Nación la disyuntiva de la Mayor de las Antillas ha girado entre la anexión y la independencia, esa cita en La Habana reunió a unos 450 compatriotas residentes en 42 países, quienes simbolizan la continuidad de la emigración que acompañó al Apóstol José Martí en la organización de la gesta libertaria a finales del siglo XIX.
En correspondencia, evidenció comprensión acerca del uso de la política migratoria de parte de Norteamérica como un arma contra Cuba para crear pretextos de agresión, desestabilización interna y hacer subversión; al tiempo que latente estuvo el repudio a la Ley de Ajuste Cubano y la “política de pies secos-pies mojados” destinada a alentar la emigración ilegal e insegura, muy al margen del número de vidas inocentes que haya que pagar.
El Encuentro “Cubanos residentes en el exterior contra el bloqueo, en defensa de la soberanía nacional”, también sirvió para revelar que si bien se ha acuñado que los emigrados son refugiados políticos que huyen en busca de libertad, igualmente lo es que la Revolución nunca ha renunciado a la relación natural con la comunidad cubana radicada en el exterior, y el Gobierno Revolucionario se ha esforzado en avanzar hacia la plena normalización de las relaciones con ella.
Simultáneamente, Nación-Emigración en el Encuentro de marras coincidieron en la pertinencia de un diálogo dirigido a mejorar las relaciones entre el Gobierno de Cuba y el de EE. UU., en cuya agenda tendría que estar el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero; la exclusión de Cuba de la espuria lista de países terroristas; la abrogación de la Ley de Ajuste Cubano y la “política de pies secos-pies mojados”; la compensación por daños económicos y humanos; la devolución del territorio ocupado por la Base Naval de Guantánamo; el fin de las agresiones radiales y televisivas desde los Estados Unidos contra Cuba; y el cese del financiamiento a la subversión interna.
Asimismo, hubo reconocimiento de que un tema esencial en esa agenda tiene que ser la liberación de Antonio, Fernando, Gerardo, Ramón y René, los Cinco luchadores antiterroristas cubanos que sufren, desde hace o¬nce años, injusta prisión en el Águila Imperial; mientras que se subrayó que el Presidente Barack Obama tiene las prerrogativas constitucionales para dejar en libertad a esos genuinos antiterroristas, como acto de justicia y de compromiso de su Gobierno en el enfrentamiento a ese flagelo.
Entretanto, sin embargo, el latir de la terrorista-mafia-gusano-yanqui Made in USA hospedada allí y extendida a la Madre Patria, está presente y actuante.
Cual reflejo de un negocio muy lucrativo, la delincuencia política fabricada por Norteamérica con el objetivo de servirle de punta de lanza contra la Revolución liderada por Fidel Castro se empeña en opacar cualquier nivel de civilización: se opuso al Concierto por la Paz encabezado por Juanes y Olga Tañón, y a la visita de la Filarmónica de Nueva York a la Habana, y ahora vocifera por la aplaudida actuación de la popularísima orquesta los Van Van en predios estadounidenses.
Muy a contrapelo de la denominada mayoría silenciosa de cubanas y cubanos residentes en Estados Unidos que hoy desean una relación armoniosa y respetuosa con su Patria, esa mafia es la misma que —en tanto anhela el fracaso del Socialismo en Cuba y hace lo indecible por lograr su objetivo— amamanta a architerroristas como Orlando Boch, Luis Posada y comparsa; ha solicitado licencia de tres días para matar a todas las personas que hayan apoyado la Revolución, en el supuesto del regreso del dominio yanqui al archipiélago nacional cubano... En esencia, es la gentuza compuesta por quienes salieron de la nación al amparo del amo gringo tras el Gran Primero de Enero y han conformado la industria del anticastrismo —léase, vivir del dinero del contribuyente del país en que se encuentran.
Obviamente, existen matices con quienes abandonaron la Patria luego de servirse de ella, y ahora se presentan como supuestos defensores de la Tierra que los trajo al mundo —incluso, puede que sean mercenarios de nuevo tipo.
Entonces, existen elementos para sostener esta ecuación: Comunidad cubana residente en el exterior ≠ terrorista-mafia-gusano-yanqui radicada allende los mares —y con tentáculos en Cuba.
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