No había cumplido los 22 años de edad y trabajaba en las oficinas del central Santa Lucía (hoy Rafael Freyre), al norte de la región oriental, cuando ingresó al Partido Comunista de Cuba, en junio de 1932. Desde entonces encontró en la militancia comunista una razón de vida, irreductible pese a los difíciles avatares.
Premio Nacional de Literatura en 1991, miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua, fundador de la Unión de Periodistas de Cuba y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en esta última ocupó por largos años la vicepresidencia y colaboró con Nicolás Guillén en la conducción de la organización intelectual.
Fue merecedor de altas distinciones del país, como la Orden Félix Varela, de Primer Grado, el Título de Héroe del Trabajo, así como de condecoraciones de otras tierras.
Supo vincular con maestría la militancia política, el ejercicio del periodismo y la creación literaria. "Mi mayor satisfacción —dijo más de una vez— es saber que los ideales que abracé en la juventud han fructificado en mi Patria".
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