Por: Noel Manzanares Blanco
Al cumplirse este 28 de enero el aniversario 157 del natalicio de José Martí, aprovecho la oportunidad para resaltar la impronta del Libertador Simón Bolívar en Nuestra América, a la luz de la percepción del Apóstol de la Independencia de Cuba, con vistas a comprender mejor el porqué en la actualidad se habla de la presencia de ambos próceres.
Justamente el 28 de octubre de 1893, al pronunciar un discurso en la Sociedad Libertaria Hispanoamericana en honor al Hijo Mayor de la Patria de Venezuela, el Maestro lo cataloga como “príncipe de la libertad”, y casi de inmediato sentencia: “¡Oh, no! En calma no se puede hablar de aquel que no vivió jamás en ella: ¡de Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna, o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos libres en el puño, y la tiranía descabezada a los pies!”.
En la misma pieza oratoria, poco después de hacer referencia a las miserias humanas que llegan a poner en peligro las ansias libertarias de las masas populares, el también Héroe Nacional de Cuba alerta y luego aclara:
“¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hoy; porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!”./ “La independencia de América venía de un siglo atrás sangrando: —¡ni de Rousseau ni de Washington viene nuestra América, sino de sí misma—!”.
Hoy por hoy, si bien es cierto que todavía está por llegar el momento en que podamos apreciar a “un manojo de pueblos libres en el puño, y la tiranía descabezada a los pies”, también es realidad palpable que “está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo”, orientando a nuestros pueblos acerca de lo que es impostergable y acompañado por Martí.
Ya no es solo la Revolución Martiana en Cuba desafiando al “Norte revuelto y brutal”, y descubriendo la manera de convertir en realidad la mismísima utopía. Ya no es solo la Revolución Bolivariana en Venezuela demostrando que sí se puede revertir las desgracias, y cada día más y mejor responder a las necesidades de su pueblo.
Hay nuevos ejemplos como Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua. Además, soplan renovados vientos en el Paraguay de Fernando Lugo y en el Uruguay de José Mujica, sin despreciar el rumbo del Brasil del Presidente Lula da Silva y la Argentina que lidera Cristina de Kírchner —a pesar de retrocesos como el ocurrido el Honduras y Chile.
Asimismo —para confirmar que “viene nuestra América... de sí misma”—, de las manos de Simón Bolívar y de José Martí se desarrolla la Alianza Bolivariana para Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA – TCP) que desde sus orígenes, hace cinco años, ha evidenciado que sí se puede trabajar a favor de un nuevo orden económico mundial.
ALBA – TCP constituye un modelo de integración de nuevo tipo (integrado por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, Honduras, Ecuador, Dominica y Antigua y Barbuda), que rechaza los fundamentos mercantilistas e intereses egoístas de ganancia empresarial en perjuicio de otros pueblos; al tiempo que sus dimensiones descubren un sistema de solidaridad y complementariedad, de atención a las necesidades de sus habitantes y de respeto a la diversidad de culturas ajena a la imposición de valores —amén de cuidar el Medio Ambiente.
He aquí aspectos que evidencian cómo El Libertador y El Apóstol tiene que hacer en Nuestra América todavía, ¡y están PRESENTE!
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