Por:Ernesto Pantaleón Medina| Televisión Camagüey
Ahorrar: la palabra, dicha así, sin un contexto que la enmarque, podría parecer eso: un simple vocablo que quizás nos remita a la cuenta de formación de fondos que creamos para las vacaciones o los l5 de la niña.
Pero si se razona un poco, si se parte de la situación económica que atraviesa el mundo hoy, si se recuerda que el petróleo es sólo un fósil llamado a desaparece más temprano que tarde, si se remonta el pensamiento a medio siglo de bloqueo que resiste Cuba, y se agregan en la balanza los estragos de varios huracanes el pasado año, entonces cambia el enfoque y el ahorro c obra un nuevo significado.
Esta trascendencia que adquiere lo lleva a convertirse en una cuestión vital, porque sencillamente no se puede consumir más de lo que se posee, y el que gasta más de lo que tiene, ya sea en el hogar, en lo individual, en una empresa o en cualquier situación, se sabe hacia donde conduce tal actitud: el más lamentable descalabro.
No olvide usted que el país lleva décadas haciendo malabares con las finanzas para adquirir lo imprescindible, que se distribuye a precios subsidiados en la canasta básica, esa misma que -quien lo duda- es exigua, pero igual para todos.
¿Imagina alguien cómo sería la economía familiar si fuese necesario comprar el arroz, los frijoles, o la leche, a los precios del mercado internacional, disparados hasta lo increíble en sólo unos años?
A ello súmese la Educación y la Salud, sectores que benefician a cada cubano de manera absolutamente gratuita, y a costa de desembolsos millonarios de las menguadas arcas del Estado.
Se recuperan la agricultura y otros sectores, pero caen los precios del níquel, el tabaco, el azúcar y se reduce el turismo, así que no nos llamemos a engaño: el derroche es nuestro enemigo número uno, y el ahorro el más poderoso aliado…entonces, amigo mío, apague lo innecesario, y así todos seguiremos teniendo.
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