Desde el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, el objetivo de la alimentación del pueblo ha sido prioridad estratégica para la continuidad y supervivencia del proceso social.
A la par que se realizaron cambios estructurales en la producción, el Gobierno Revolucionario se trazó el objetivo, enunciado por el líder Fidel Castro en el juicio por el asalto al cuartel Moncada en 1953, de eliminar la desnutrición que padecía buena parte de la población.
Si emprender tal empeño demandaba un esfuerzo considerable en las condiciones de una agricultura atrasada, hacerlo en medio del férreo bloqueo económico y financiero impuesto tempranamente por el gobierno de los Estados Unidos acrecentaba las dificultades.
Cuba recurrió a una medida propia de tiempo de guerra para lograr la distribución de alimentos lo más equitativa posible frente a la escasez: la libreta de racionamiento que subsiste desde 1962 y brinda a precios subsidiados parte de lo que la población consume mensualmente.
Pero para el Estado cubano todo esto no basta, y se empeña en incrementar y mejorar la alimentación de la población, cuestión calificada de primordial. Los principales dirigentes de la Revolución lo han remarcado en los últimos tiempos.
En un pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en abril del 2008, el Presidente, General de Ejército Raúl Castro, expresó:
“La producción de alimentos debe constituir una tarea principal para los dirigentes del Partido, que es preciso estén conscientes de que en el presente y hasta donde es posible vislumbrar el futuro, es un asunto de máxima seguridad nacional.”
También José Ramón Machado, primer vicepresidente cubano, dijo que “la búsqueda de la seguridad alimentaria es un desafío estratégico” para la Isla.
El país viene aplicando medidas que estimulan los precios de los productos, para rescatar renglones vitales en la alimentación popular y como vía de sustituir importaciones.
Además, se posibilitó mayor nivel de decisión a las delegaciones municipales de la agricultura, como forma de acercar a la producción la distribución de insumos y, a la vez, incrementar el control sobre lo que se obtiene.
Otro paso importante lo constituye la entrega en usufructo de parcelas hasta ahora ociosas a personas con interés por sacarles provecho, medida que ya se aplica en casi medio millón de hectáreas.
Esas acciones, acentuadas en los últimos años ante el déficit alimentario mundial y la crisis económica del capitalismo, buscan elevar la producción agropecuaria y disminuir los precios al consumidor, a lo cual se une la creación o modernización de industrias de alimentos elaborados o semielaborados.
“El Gobierno de Cuba está prestando especial atención de la producción agropecuaria nacional y la reducción de las importaciones de alimentos”, asegura el sitio digital de la Oficina de las Naciones Unidas en La Habana.
En reciente visita a Cuba, Jacques Diouf, director general de la FAO, destacó las acciones que lleva a cabo el país para aumentar la producción de alimentos, y elogió las nuevas medidas tomadas para mejorar la eficiencia agrícola e incentivar el incremento de las producciones locales.
Es esta la realidad que vive Cuba y de la cual espera frutos importantes en los próximos años aun en medio de condiciones tan difíciles como el encarecimiento de los insumos y materias primas, la persistencia del bloqueo, y el descenso en el mercado mundial de los precios de producciones exportables como níquel y tabaco. (Por Lucilo Tejera Diaz / AIN)
No hay comentarios:
Publicar un comentario