Por: Ernesto Pantaleón Medina / Televisión Camagüey
Camagüey, esta provincia cubana que se enmarca en una interminable llanura en el centro-oriente del país, llena de orgullo legítimo a sus hijos.
Cuna del insigne patriota Ignacio Agramante y Loynaz, quien protagonizara además de increíbles hechos de armas, uno de los amores más tiernos y legendarios en la historia, esta tierra vio nacer también al poeta nacional Nicolás Guillén, y a toda una galería de figuras extraordinarias en todas las esferas del quehacer humano.
Brillantes científicos, juristas, artistas, revolucionarios de imperecedera memoria, médicos, pedagogos, historiadores, periodistas, han llevado adelante sus vidas entre la intrincada madeja de callejones y plazuelas que forman el trazado original de la villa, por cierto, una de las primeras fundadas en Cuba, hacia l5l4.
Cultos son los camagüeyanos, y tienen a honra la bien ganada fama de ser, entre los habitantes de la isla, los que mejor articulan la lengua de Cervantes.
Bellas son sus mujeres, según muchos las más hermosas y altivas que se pasean por los pueblos y ciudades de este caimán asentado en medio del mar Caribe.
Y son también hospitalarios los camagüeyanos, aunque no pretendan competir con sus hermanos santiagueros de invicta reputación en la práctica de esa virtud; pero es bien conocida la expresión de que quien visita esta tierra y prueba el agua de tinajón, aquí se queda.
El dicho popular alude a unos enormes recipientes de barro, empleados desde los tiempos de la colonia para envasar el agua de lluvia en los patios de esta comarca, a la cual muchos han dado en llamar ¨ ciudad o tierra de los tinajones ¨.
Espléndidos son sus amaneceres, y luminosas y tranquilas las tardes; de blanca y fina arena las playas del litoral norte, donde se ubica la segunda barrera coralina más grande del mundo, mientras al sur se forma un dédalo de pequeños cayos llamado Archipiélago de los jardines de la reina, un paraíso apenas conocido por los amantes de la exploración submarina.
Multitud de leyendas anidan en los rincones del Centro Histórico, declarado Patrimonio Arquitectónico de la Humanidad, y en las cavernas y desfiladeros de sus pequeñas serranías, la de Cubitas al norte y las de Najasa, Guaicanámar y el Chorrillo al sureste.
Sobre temas tan atractivos como la cueva de la cadena, el aura blanca y otros, transmitidos de abuelos a nietos, y de estos a los hijos de sus hijos durante cientos de años, volveré a escribir en otro momento.
Por ahora, hasta luego, o ¨ abur ¨, como decimos los camagüeyanos de pura cepa.
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