JEAN-GUY ALLARD
El sorpresivo anuncio hecho por el ahijado del dictador Fulgencio Batista, el representante republicano por la Florida Lincoln Díaz-Balart, de que abandonará su escaño en las próximas elecciones, despierta el interés por ver dónde reaparecerá el mayor de los Díaz-Balart en noviembre, al dejar el distrito a su hermano Mario.
Si pretende que se crean que se dedicará a las obras caritativas de la mafia cubanoamericana, nadie tomará en serio esta alternativa, ni entre sus propios correligionarios, que no ignoran que en ese país de tanta abundancia, donde las tent cities (ciudades de tiendas de campaña) crecen como champiñones, lo que uno prioriza es el dinero.
Como capo mafioso de experiencia, se supone que en el gesto de renunciar no tiene previsto perder. Su salario oficial de 140 000 dólares al año como miembro del Congreso le parece, sin dudas, poca cosa al ver circular en Washington múltiples oportunidades de cosechar los frutos de un par de décadas de maquinaciones fructíferas.
Promotor de la ley Helms-Burton y demás decisiones imperiales asesinas del pueblo que pretende defender, siempre ha aspirado a ser presidente del país que torturó su padrino. Un delirio del cual también padeció el extinto Jorge Mas Canosa.
Se puede afirmar, con toda seguridad, que Lincoln Díaz-Balart irá a enriquecer sus arcas al llamado "sector privado" término muy amplio para designar a la cloaca donde fermentan los valores "democráticos" que mejor defiende.
SOBRE LAS RODILLAS DE MEROB SOSA
Hijo de Rafael Díaz-Balart, subsecretario de Gobernación del dictador Batista, el joven Lincoln habrá sin dudas aprendido las virtudes de la democracia sobre las rodillas de las amistades de papá, tales como Orlando Piedra, jefe del Buró de Investigaciones; Manuel Ugalde, jefe del Servicio de Inteligencia Militar; o el coronel Merob Sosa, conocido por las masacres de campesinos que realizó en la Sierra Maestra,
¿O será con sus socios de la organización terrorista ABDALA, de Nueva York?
¿O con Orlando Bosch Ávila cuyo indulto obtuvo de George Bush padre... o con los demás bandoleros manejados por la CIA que frecuentaron su gabinete y que asesoró con todo el vigor que le permitieron sus modestos talentos?
¿Cómo olvidar que el 27 de agosto de 1994, este hijo del fundador de La Rosa Blanca terrorista, recomendaba abiertamente a la Casa Blanca, permitir a los terroristas de Miami lanzar ataques contra Cuba desde el territorio de Estados Unidos?
La agencia AP distribuyó la noticia: Díaz-Balart y el grupo terrorista Comandos L, pidieron una suspensión "temporal" de la Ley de Neutralidad, con la intención de lanzar operativos armados contra Cuba. Los cubanos radicados en Miami conocen que esas bombas no tenían nombre, y podían caer sobre cualquier cubano, eventualmente el padre, el hijo, el hermano o cualquiera de sus familiares que residen en este lado del estrecho de la Florida.
¿Cómo ignorar que entre sus hazañas de defensor de los "derechos humanos", se dirigió en dos oportunidades, a la presidenta Mireya Moscoso de Panamá para que indultara al terrorista Luis Posada Carriles, cuya liberación reclamó luego de su llegada ilegal a territorio norteamericano? Las bombas que Posada Carriles introdujo en Cuba tampoco llevaban nombres o direcciones.
Sin hablar del pestilente expediente de relaciones turbias de Lincoln Díaz-Balart con los carteles colombianos del narcotráfico.
ANÉCDOTAS DE LA VIDA DE UN POLITIQUERO CORRUPTO
Con una filiación de tanta integridad ultraderechista, uno no se sorprende de que el politiquero mafioso se sitúe a la extrema derecha del espectro político de su país de adopción y que sea partidario en el Congreso de cada medida retrógrada.
Una anécdota refleja la vida de un político corrupto en este Congreso donde prosperó el también desacreditado cabildero Jack Abramoff.
En julio del 2008, el senador puertorriqueño Jorge de Castro Font, arrestado el 2 de octubre pasado por el FBI por corrupción, confirmaba haber realizado un viaje especial a la Florida en el 2004 para entregar a su amigo Lincoln "unos cheques" de contribuciones ilegales. De Castro Font enfrentaba 32 cargos federales de corrupción, por presuntamente solicitar dinero para aprobar proyectos de ley.
En esta larga sucesión de resbalones éticos, también se sitúan las bondades del congresista a favor de las firmas Locust USA y Mark Two Engineering que, gracias a su comprensión activa, han recibido contratos millonarios del Pentágono.
YA PASÓ LA ÉPOCA DORADA
El obstinado desprecio de Lincoln Díaz-Balart hacia el pueblo cubano, que sueña entregar al insaciable apetito anexionista de sus amos, no solo levantó recelos en la comunidad de Miami sino que encontró en el Congreso una tendencia creciente, incluso con adeptos en su propio partido, a una normalización de las relaciones con la Isla.
Díaz-Balart no solo le ha hecho daño a Cuba, le ha hecho daño a los republicanos, al defender las posiciones más retrógradas, con perjuicio para la imagen de este y su capacidad de convocatoria.
Ya pasó la época dorada donde reinaban los Bush, viejos socios de la camarilla miamense. Ya se fue la pandilla que habían situado en cada rincón de la Casa Blanca, los Adolfo Franco, Roger Noriega, Carlos Gutiérrez, Mauricio Tamargo, Alberto Cárdenas, el coronel Emilio González, capo del Homeland Security, su socio John Barsa, y demás mafiosos con los cuales podía contar. Le queda almorzar con un Frank Calzón desplumado o con un Otto Reich que aunque continúa con el trabajo sucio a la sombra, ya no ocupa primeros planos, ni tiene relevancia. En todo caso, trabajos por encargos.
Lo que también ocurre a su colega Ileana Ros-Lehtinen, su hermano Mario, y los senadores Bob Menéndez y Albio Sires, todos de genética batistiana. es que a la larga o a la corta, por una vía u otra, todos ellos tendrán un destino similar. Quedarán descolocados al no encontrar en las nuevas generaciones del electorado cubano de Miami quien dé respaldo a sus discursos y planes retrógrados.
Si hasta ahora han ganado elecciones (en el 2008 de manera más apretada), es por la fuerza del dinero, los fraudes, los apoyos del Cuba Democracy PAC de Remedios Díaz-Oliver y Gus Machado, la corrupción y el chantaje.
"Lincoln Díaz-Balart no es más que un pillo local miembro de una dinastía que arrastramos desde Cuba", escribe con realismo un bloguero miamense desilusionado acerca del politiquero batistiano que siempre se caracterizó por su conducta prepotente, arrogante... y sus monólogos repetitivos sobre Cuba que hicieron de él un representante no de un distrito sino de una época descontinuada.
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