La Revolución cubana trasciende ya su medio siglo de triunfal existencia, tras haber navegado por mares tempestuosos, pero guiada muy firmemente por su avezado Capitán, que hace llegar a este primero de enero con todo el vigor de lo que se nutre con savia de pueblo.
El 2009 significó para cubanos y camagüeyanos en especial, tránsito matizado por una férrea voluntad de recuperación tras los huracanes del año anterior, pero primando la confianza en un Estado Socialista, que no deja olvidado a nadie, y mucho menos desamparado.
Bajo ese principio se materializaron las tareas recuperativas, sin dejar a un lado las del desarrollo, lo que permitió aportar para que el país pudiese sostenerse, y no retroceder en los niveles de la economía, ni en los programas contenidos en el ideario del Moncada.
Lo autóctono de la Revolución Cubana y su fortaleza, posibilitan en tierras agramontinas nuevas cargas por el desarrollo desde el primer día del 2010, que trae aún retos mayores, por el controvertido panorama económico financiero en que se desenvuelve el planeta.
Tal desafío en vez de amilanar a los hijos de El Mayor les enardece, para que con inteligencia, ecuanimidad y mucha voluntad, fructifiquen acciones tendentes a preservar y robustecer el programa social ejemplo para el mundo.
Muchas son las razones y ejemplos palpables que permiten confiar en las proyecciones del 2010, y el solo hecho de que se haya recuperado más del 60 por ciento de las viviendas destruidas por los huracanes, entre ellas 1 300 nuevas edificadas, aclara cualquier duda o desesperanza.
Muy definidas están las líneas de trabajo a seguir para otros no menos principales frentes del desarrollo, entre ellas el fomento de la agricultura suburbana, que permitirá, con ahorro y racionalidad, acercar la producción distribución de alimentos a las concentraciones habitacionales, principalmente la ciudad de Camagüey.
Ese actuar no llevará a cubanos y cubanas a olvidarse de sus hermanos en diversas partes del mundo, todo lo contrario, pues cobra mayor vigencia el postulado de que el internacionalismo es pagar nuestra propia deuda con la humanidad, que ya es parte de la idiosincrasia de este pueblo.
Así, con todo el optimismo del mundo se afronta el nuevo año, con la certidumbre de cumplir con Fidel y Raúl en su segura guía para llevar adelante importantes procesos políticos, conscientes de que el 2010 será en Camagüey un año de mucho trabajo, y de mucho optimismo.
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