Por :Noel Manzanares Blanco
La noticia consternó al pueblo cubano: el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, falleció en La Habana el pasado 11 de septiembre, entrada la noche.
Almeida vino al mundo en la capital del país, hace más de 82 años, en medio de las privaciones de un hogar humilde pero honrado. Albañil de oficio, fue formado en valores patrióticos que le sirvieron de base para su entrega total a la causa de los desposeídos.
Ante golpe de Estado de marzo de 1952, se vinculó al compañero Fidel y estuvo siempre en la primera línea de combate con valentía, decisión y fidelidad sin límites. Tales fueron atributos que acompañaron su existencia.
Asaltante del Moncada, prisionero político en Isla de Pinos, exiliado en México, expedicionario del Granma, fundador del Ejército Rebelde y uno de sus primeros Comandantes, y Jefe del Tercer Frente Oriental, además se destacó por sus elevadas cualidades como dirigente revolucionario.
Aparte de Fidel y Raúl, Almeida era el único miembro del Buró Político que ocupaba tan alta responsabilidad desde que ese órgano del Partido Comunista de Cuba se constituyó en 1965, y fue Vicepresidente del Consejo de Estado electo tras ser creada esa instancia de la Administración, en 1976. Asimismo, dirigió el Comité de Revisión y Control de la vanguardia partidista, y en el momento de su descenso era el Presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
Puede decirse que no hubo una sola responsabilidad asignada al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque —fuera militar, política o administrativa— en que él dejara de depositar su cuerpo y alma.
En este instante recuerdo cómo soportó con modestia extrema el hecho de que se le hubiera adjudicado a Camilo Cienfuegos la corajuda expresión de “¡Aquí no se rinde nadie [y una palabrota muy ajustada a la ocasión]!”, cuando el revés de “Alegría de Pío” —según reveló tiempo después el General de Ejército Raúl Castro.
También a mi mente asalta cómo Almeida, Héroe de la República de Cuba, exhibió una especial sensibilidad humana y cultural: de su talento salieron más de 300 canciones —incluida la popular “Dame un traguito ahora”— y libros contentivos de los procesos entorno al Presidio, el Exilio y el Granma —obras imprescindibles para entender la Historia de Cuba en sus últimas seis décadas.
Por tanto, en este instante exclamo a corazón abierto: Se va el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, pero la tropa que le ha seguido queda en pie de lucha ¡hasta la victoria siempre!
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