Mientras el mundo se mueve por el filo de un posible estallido bélico nuclear, tal como ha advertido más de una vez el líder revolucionario Fidel Castro en días recientes, la hostilidad generada por los sectores más extremistas del imperio sigue su curso por los más disímiles caminos.
Si Goerge W. Bush embaucó a la gran potencia del Norte en una pretendida cruzada antiterrorista global que le ha llevado a empantanarse en los frentes de Afganistán e Iraq, parecería que los halcones norteamericanos podrían ahora comprometer también a la nación en el desaguisado de un inusitado incremento de las tituladas “operaciones encubier-tas” a cargo de instituciones como la CIA, experta en tales lances.
Según revelaciones aparecidas en la propia prensa
norteamericana, en especial en el diario The New York Times, la nueva administración y sus asesores despliegan desde hace tiempo una titulada “guerra sigilosa o en la sombra” que se dice encaminada a descoyuntar a las bandas de la organización extremista musulmana Al Qaeda.
Así, el principal asesor del presidente en materia antiterrorista, John Brennan, dio algunos indicios de ese cambio el pasado mes de mayo, en un discurso en el que afirmó que Washington deberá usar "más un bisturí que un martillo para luchar contra esos insurgentes.”
"Para privar a Al Qaeda y a sus afiliados de un refugio
seguro, enfatizó el funcionario, vamos a llevar la lucha adonde quiera que conspiren y se entrenen, sea en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia o más allá.
Y en esa campaña, donde también juega un papel clave Michael Vickers, quien ayudó a dirigir el suministro de armas de la CIA a los talibanes afganos en la década de 1980
contra las tropas soviéticas, se promueve además la activa presencia de más de 776 mil “empleados” de las “empresas de seguridad” contratadas por la propia Agencia y por el Pentágono.
De hecho, a estas alturas la “privatización” de tales operaciones está costando al contribuyente norteamericano no menos de 120 mil millones de dólares cada 12 meses.
Como parte de este plan, desde diciembre hasta mayo último se ejecutaron al menos cinco ataques aéreos no divulgados sobre territorio de Yemen, con un saldo de decenas de civiles muertos.
Al mismo tiempo, continúan las operaciones de la aviación y de comandos especiales en Pakistán, con similares resultados de numerosas víctimas entre las población local.
Son, en resumen, los condimentos que el hegemonismo sigue añadiendo a esa suerte de olla a punto de explotar en que sus apetencias han convertido al planeta. ( Néstor Núñez)
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