PECARÍAMOS DE simples, o de esquemáticos si decimos nada más que Haití fue la primera república negra. Habría que agregar, en primer lugar, que fue realizada tras cruentos empujes, de seres que eran esclavos la noche anterior al día tal de 1791.
Tendría que decirse de Haití que fue también la primera república independiente de América del Sur del Río Grande, con la sola excepción del proceso independentista de las Trece Colonias del Norte, con características muy diferentes, sobre todo porque allí ni se intentó siquiera emancipar a los esclavos mientras que en Haití, por vez primera, se produce ese hecho supremo de dignidad del hombre y los negros inauguran en el planeta, con responsabilidad e inteligencia, el Gobierno de una república.
No se trataba de una tribu más o menos importante, sino de un complejo país que despertó siempre la codicia de potencias europeas: España, Inglaterra, y era colonia francesa, de una Francia en el penáculo de la gloria. Ya vemos que Haití no era una tribu, sino una colonia francesa, próspera, rica.
Se pensará en Abisinia, pero Abisinia no era una república liberal y Haití representaba lo más avanzado en política y forma de gobierno en tanto pretendía proyectarse y de hecho lo hacía como el estreno francés que venía conmoviendo al mundo con su gran Revolución burguesa que en París, en Lyon o en cualquiera otra parte del país, decapitaba a los señores de la nobleza.
Por otra parte Haití, en la persona del preclaro Toussaint L’Ouverture le disputaría a Napoleón Bonaparte, el Cónsul omnipotente, las glorias de un momento crucial, en el meridiano americano. Napoleón en verdad no pudo resistir la fuerza y el poder real de Toussaint y cuando ya todo estaba hecho lo mandó a apresar. Bonaparte necesitó a 60 000 veteranos probados en el Nilo, el Rhin y los Alpes (a quienes de paso quería ver lejos de París), y una flota compuesta de 21 fragatas y 36 buques de guerra con lo mejor de la marinería francesa a bordo para reducir, ablandando el campo con una tenebrosa traición, la elevada posición de Toussaint L’Ouverture, conductor de la independencia haitiana.
En una biografía de Toussaint a la cual nos referiremos se lee: "El océano se cubrió de buques para castigar a un esclavo contumaz. La magnitud del equipo de Toussaint". La expedición punitiva estaba comandada por el general Leclerc, hermano político de Bonaparte como marido de Paulina quien lo acompañó a Haití.
REBELDÍAS
Cuando la advocación del bicentenario de la Independencia de nuestro continente se convierte en noticia cotidiana, aumenta la motivación por el conocimiento de la dramática historia de la conquista y colonización genocidas, y también de la ininterrumpida lucha por la libertad en América, pero la bibliografía sobre Haití, que la antecedió, es inmensa.
Tomemos solo dos libros si queremos encontrar con rapidez la semilla y ver crecer impetuoso el árbol de la independencia y echar ramas: obra cumbre diseñada y ejecutada por Toussaint y bajo su mando. L’Ouverture quien en la rebelión conocida por el Juramento de Bois Caimán (1791), se inicia en funciones de conductor de los hombres autoliberados, para llegar a ser el arquetipo, el jefe idóneo y el ídolo de su pueblo negro, era un criollo, hijo de esclavos; esclavo él también, nacido en Saint-Domingue. Era excepcional, de su estrategia de combate, de sus condiciones de estadista, de su moral hogareña y sus profundos sentimientos cristianos dicen mucho sus biógrafos.
Los dos libros de referencia son: la Biografía de Toussaint L’Ouverture traducida por uno de los más ilustres y cultos patriotas e intelectuales cubanos, el mulato Martín Morúa Delgado. Esta biografía extraordinaria se identifica mucho más por su traductor al castellano (1892), Morúa Delgado, en su exilio de Key West, que por su autor John R. Beard.
El otro libro es la compilación Ensayos, de Alejo Carpentier, donde aparece una observación inédita desde el punto de vista filosófico y político, hasta entonces, sobre la significación del vocablo y el hecho de la independencia a partir del mazazo haitiano. En Ensayos se recoge una conferencia sobre el Caribe, de singular erudición improvisada por Carpentier en La Habana, ante las pantallas de la televisión el 19 de julio de 1979, en ocasión de un Carifiesta. Se sabe que el novelista adoptó el tema haitiano desde antes de publicar El reino de este mundo, pero aquí ofreció el siguiente concepto de independencia.
"Es curioso que con el Juramento de Bois Caimán (14 de agosto de 1791) nace el verdadero concepto de independencia. Es decir, que al concepto de colonización traído por los españoles a Santo Domingo en la misma tierra se une el concepto de descolonización, o sea, el comienzo de las guerras de independencia, de descolonización, las guerras anticoloniales que habrán de prolongarse hasta nuestros días.
"Me explico: cuando tomamos la gran Enciclopedia, la famosa enciclopedia redactada por Voltaire, Diderot, Rosseau, D’Alembert a mediados del siglo XVIII en Francia y cuyas ideas tanta influencia tuvieron sobre los caudillos de nuestras guerras de independencia, nos encontramos que, en esa gran Enciclopedia, el concepto de independencia tiene un valor todavía meramente filosófico. Se dice independencia, sí, independencia del hombre frente al concepto de Dios, frente al concepto de monarquía, el libre albedrío, hasta qué punto llega la libertad individual del hombre, pero no se habla de independencia política. En cambio, lo que reclamaban los negros en Haití precursores en esto de todas nuestras guerras de independencia era la independencia política, la emancipación total."
Y, sobre las Trece Colonias del Norte dice. "A nadie le entró en la cabeza que pudiera haber una emancipación de esclavos, para llegar a esa emancipación de esclavos habrá que esperar a la Guerra de Secesión. Es decir, que en los Estados Unidos se siguió como antes, después de la proclamación de la independencia, después de Jefferson, después de Jorge Washington".
ADELANTADOS REBELDES
En Haití se inaugura la rebeldía de los esclavos en el siglo XVII (1678) con Padrejean en Port-de-Paix y en forma apenas interrumpida sino por lapsos cortos, continuaron produciéndose. Como ejemplos la de Francois Mackandal que se convierte en cimarrón (1751),cuando Toussaint tenía apenas ocho años de edad, y otro hito notable fue la rebelión de Oge y Chavannes en Saint-Domingue (1790), hasta la condena y macabra ejecución de ambos un año después. Este hecho se denomina la rebelión de los mulatos.
Entonces el gran comienzo: Bouckman en Bois Caimán, a quien se unirá L’Ouverture de inmediato. El esclavo de 43 años de edad solo conoce algunas letras y los preceptos religiosos católicos aprendidos en la hacienda de un amo a quien él, años después, como General en Jefe de Haití, llamó de regreso a la isla y el antiguo amo regresó de Estados Unidos hacia donde había emigrado.
"Eminente negro", lo llama el biógrafo traducido por Martín Morúa Delgado, quien también dirá que: "L’Ouverture, estimado por los españoles, temido por los ingleses, objeto de terror por los franceses, odiado por los plantadores, y reverenciado por los negros (la mayoría casi absoluta), sintió que su vida pública experimentaba una crisis que requería la más prudente consideración, el más profundo y sosegado juicio. Sus hazañas, su influencia personal, y la condición de los partidos contendientes, como convergía a mostrarle abiertas las puertas de la Libertad, si tenía el talento y la superioridad de elegir el verdadero paso".
No hay duda que tras encarnizadas batallas, prejuicios y traiciones, incluyendo la guerra civil, logró Toussaint lo que parecía imposible en aquella época. La reacción de Napoleón y la ulterior muerte de L’Ouverture en prisión en Fort Joux, Francia, subrayan todavía más la grandeza de la epopeya haitiana.
Y qué cosas tiene la vida. Ahora el terremoto lo derribó todo en Puerto Príncipe, menos la estatua de Toussaint L’Ouverture, que sigue de pie como un mensaje de aliento en medio del dolor.
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