Por: Yamylé Fernández Rodríguez
Ivette GonzálezCuando este primero de septiembre miles de niños, adolescentes y jóvenes regresen a las aulas ávidos de nuevos conocimientos, unas familias cubanas muy especiales tendrán a sus hijos, nuevamente privados de la compañía de sus padres el primer día de clases.
Se trata de los vástagos de René, Ramón y Antonio, tres de los cinco antiterroristas cubanos injustamente prisioneros de en Estados Unidos, por garantizar precisamente, la seguridad de la infancia cubana y del pueblo en general.
Desde su inicio en la primaria Ivette, por ejemplo, la menor de las hijas de Olga Salanueva y René González, nunca ha podido experimentar la incomparable satisfacción de llegar a la escuela, de la mano de papá, cada primero de septiembre.
El ensañamiento del imperio con los antiterroristas cubanos es el responsable también de que Irmita, la primogénita de la familia González Salanueva, haya recibido su título de Psicóloga, luego de cinco años de estudios, sin la presencia de su padre querido.
Lo mismo ocurre con los tres frutos de Ramón, Ailí, Lizbeth y Laura, y con Tonito, el retoño de Antonio Guerrero, quienes tampoco han tenido la posibilidad de compartir físicamente con sus papás las vivencias irrepetibles de los tiempos estudiantiles, o pedirle ayuda ante algún ejercicio complicado.
Y qué decir de Fernando y Gerardo, a quienes les han frustrado las delicias de la paternidad? Ése ha sido el punto extremo de la injusticia.
No obstante dichas sanciones adicionales, que se suman a las prolongadas condenas impuestas a los patriotas cubanos presos en Estados Unidos; los cinco tienen la satisfacción de comprobar cada día y en especial en fechas como el inicio del curso docente, que su esfuerzo no ha sido en vano.
Este primero de septiembre miles de pinos nuevos colmarán los planteles educacionales con la garantía de que pueden correr sin temor alguno por sus pasillos, de que recibirán todos los materiales escolares sin pagar un centavo y con la certeza de que nueve meses después serán poseedores de valiosos conocimientos.
Hechos como esos demuestran, otra vez, que pese a casi 11 años de cruel encierro, los cinco ya le han ganado al imperio.
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