Por: Ernesto Pantaleón Medina / Televisión Camagüey
En Colorado, Estados Unidos, una mujer puso en práctica un servicio de ambulancias dotadas de todo tipo de equipamiento, para salvar nada menos que mascotas.
Los pantanos de La Florida, fueron escenario del rescate (y la consiguiente grabación y transmisión en T.V.) de una yegua, mientras un águila era operada de cataratas y se le implantaba una lente que permitió a la infeliz ave sobrevivir en su medio natural.
Un pajarillo enredado en un hilo a siete pisos de altura, fue objeto de un arriesgado rescate, y un ganso atrapado en las heladas aguas de un lago demandaba no pocos esfuerzos para librarlo de una muerte segura.
Como éstos, pueden citarse decenas de ejemplos de la preocupación de las personas en ese país por la flora, la fauna, el medio ambiente y la conservación.
Todo muy loable, digno de admiración, tanto, que debiera mover las mentes de muchos, porque ¿no bastarían los casos citados para sensibilizar aquellos cerebros que ordenan el lanzamiento de misiles y bombas “inteligentes” que matan civiles en Irak o Afganistán y destruyeron lo mejor del patrimonio cultural de la humanidad?. Los mismos que han mandado al matadero a 4 000 jóvenes norteamericanos y han dejado impedidos física o mentalmente a decenas de miles en una guerra que casi nadie entiende, y absolutamente nadie justifica.
¿No podrían darse pasos sinceros y efectivos hacia la creación de una “Sociedad Protectora de los Seres Humanos” tal y como existen otras para salvar animales?
No es nada nuevo que el hombre, como especie, corre riesgo de extinción por las reiteradas agresiones al medio ambiente, pero también por las guerras de exterminio.
¿Y qué decir de leyes que prohíben a compañías estadounidenses e incluso de otros países, vender a Cuba alimentos, herramientas, materias primas y hasta medicinas para salvar vidas?
Todo en nombre de un mal llamado “embargo” que no es más que un feroz bloqueo injustificado hasta en casos de guerra declarada, y que ha intentado exterminar a l2 millones de habitantes de una pequeña isla del Caribe durante 50 años.
Enhorabuena a quienes promueven las hermosas iniciativas enunciadas en los primeros párrafos de este comentario, y un aplauso a las tele emisoras que las han transmitido, pero valga el llamado a la conciencia de una nación, la de Lincoln, Washington, Luther King, Henry Reeve, para que prevalezca la razón y que cambien los sentimientos, el pensamiento y la acción de algunos que se sientan en sillas muy altas.
Creo que, entonces, todos seríamos, como dice el cantautor Silvio Rodríguez, “un tilín mejores”.
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