Miriela Fernández Lozano
Si Helena se hubiese escapado ayer de El libro de los abrazos seguro habría llegado a Belém de Pará. Mucho tuvo en común por estos días la ciudad brasileña, una de las principales puertas a la Amazonia, con el lugar que persigue el personaje del cuento Viaje al país de los sueños.
En Belém desembarcaron unos 100 000 representantes de movimientos sociales y otras organizaciones, procedentes de 150 naciones del orbe. Con wifalas (banderas indígenas) y al ritmo de atabaques (tambores) tomaron las calles durante la novena edición del Foro Social Mundial, el espacio más importante para el debate y la concertación de alternativas frente al capitalismo.
Desde el 2001 se celebra el evento. Las voces de resistencia a las políticas neoliberales siguieron la iniciativa de Bernard Cassen, periodista de Le Monde Diplomatique, y otros activistas, y buscaron un lugar para el intercambio en Latinoamérica, cuando alcanzaban auge el movimiento zapatista mexicano, el Movimiento Sin Tierra, en Brasil, y las luchas indígenas en Bolivia y Ecuador.
En esta oportunidad, el encuentro, que desde su creación ha sido la contracara del Foro de Davos, centró su mirada en la crisis mundial. Mientras en la ciudad suiza un clima de incertidumbre envolvía a quienes persisten en reanimar un sistema económico endeble, en Bélem, desde una perspectiva solidaria, los análisis buscaban otros caminos ante esta situación.
La Carta de los Movimientos Sociales de las Américas, divulgada este domingo, no solo habló de multiculturalidad, de soberanía alimentaria, de derechos de los pueblos originarios, del rescate de la memoria histórica, de la diversidad sexual y étnica, de comunicación popular, y de levantar muros a la injerencia en nuestros países. También decía: "No hay manera de enfrentar las políticas del gran capital trasnacional y del imperialismo desde las resistencias dispersas de nuestros pueblos".
A lo largo de estos años, ese ha sido uno de los principales desafíos del Foro. Si bien ha logrado convertirse en un espacio democrático al ofrecerle voz y participación a quienes viven en los márgenes del capitalismo, y es en la cita donde surge la agenda de acción de estos sectores, todavía queda un trayecto en ese puente hacia propuestas definidas.
Según Eric Decarro, militante social europeo, participante en diversas manifestaciones en el Viejo continente: "La multiplicación de alternativas locales tiene un valor, la diversificación de las temáticas también, pero si no se logra una orientación clara, una alternativa global al sistema, no se podrá resistir realmente".
Emir Sader, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y un insoslayable referente para el movimiento social de la región, afirmaba, en uno de sus análisis del evento, que "después de la destrucción heredada del neoliberalismo, el trabajo de reconstrucción social y política requiere de una acción conjunta de gobiernos progresistas, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales".
Los cambios ocurridos en América Latina, las alternativas que han surgido aquí basadas en la complementariedad económica y bajo un prisma humanista, la proyectan como el escenario donde podría nacer ese nuevo mundo.
En ese sentido, la unión de cinco mandatarios latinoamericanos en Belém fue un importante paso. La presencia de Evo Morales, de Bolivia; Hugo Chávez, de Venezuela; Rafael Correa, de Ecuador; Fernando Lugo, de Paraguay, y Luis Inácio Lula da Silva, presidente de la nación anfitriona, no solo reforzó la legitimidad del Foro como la cita de los pueblos, sino que permitió, en un diálogo, un mayor acercamiento de los jefes de Estado a las problemáticas sociales para caminar en una misma dirección y concretar acciones conjuntas.
De este intercambio en Belém de Pará también surgió la convocatoria a un Foro Temático Global 2010 sobre Crisis civilizatoria, cataclismo ambiental, descolonización y derechos colectivos, y las movilizaciones que efectuarán las redes y organizaciones participantes en el 2009.
En la agenda, colocaron protestas contra el G-20 el próximo 28 de marzo; contra la guerra y la crisis el 30 del mismo mes, día en que se sucederán otras acciones de solidaridad con el pueblo palestino. La jornada en todo el orbe, que se extenderá hasta abril, incluye además manifestaciones contra la OTAN en su aniversario 60.
Durante estos cinco días, el Foro evidenció que está lejos de ser una simple reunión de los "globalifóbicos", como afirma en ocasiones el poder mediático. El Foro Social Mundial es un encuentro necesario para discutir ideas y proyectos de quienes creen en la posibilidad de erigir otro mundo.
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